Algunos datos sobre el sida antes de entrar en materia. Se calcula que hay unos 33,4 millones de personas infectadas por el VIH en el mundo, el 68% de las cuales se encuentra en el África subsahariana y el 18% en el sudeste de Asia, con un aún espectacular incremento de 2,5 millones de contagios al año. Se cree que 1.800 niños se infectan con el VIH cada día, la mayoría de ellos recién nacidos.
Desde el año 2002, el sida es la principal causa de muerte por enfermedad infecciosa en África. Entre 2008 y el 2010, unos 42 millones de niños habrán perdido a uno o a ambos padres por culpa del sida. Se estima que ha habido más de 60 millones de infectados y unos 25 millones de muertes desde el principio de la pandemia en los años ochenta del siglo pasado, una cifra que seguirá creciendo: desde ahora hasta el año 2015 morirán 115 millones de personas si no encontramos un tratamiento mejor. Es por este motivo que el sida ha sido considerado la peor plaga que ha afectado a la humanidad y se están invirtiendo millones para encontrar soluciones.
¿Cómo están las cosas casi 30 años después que se descubriera el virus de la inmunodeficiencia? Mucho mejor que al principio, sin duda, porque ahora tenemos los antirretrovirales que permiten que la mayoría de las personas infectadas sobrevivan décadas en buenas condiciones, en lugar de morir en cuestión de meses (sin tratamiento, eso pasa una media nueve meses desde la aparición de los primeros síntomas, lo que suele ocurrir unos doce años después del momento de entrar en contacto con el virus). Pero aún no existe una vacuna efectiva ni un tratamiento que elimine completamente el virus de la sangre y cure así la infección.
Últimamente ha habido algunos avances notables en este campo que contribuyen a esta sensación de que la guerra no está perdida, después de unos años con pocas noticias que permitieran alegrarse. Hace unas semanas se publicaba un estudio que demostraba que empezar un tratamiento con antirretrovirales al principio de la infección reducía un 96% el riesgo de contagio en una relación heterosexual.
Los datos se obtuvieron de 1.763 parejas en nueve países, y los resultados tan positivos hicieron que se cerrara el estudio cuatro años antes de lo previsto. Es un descubrimiento muy importante por el efecto tan radical que se ha observado. Esto hará que probablemente cambien los protocolos actuales y se plantee tratar a los infectados mucho antes de lo que se viene haciendo hasta ahora (normalmente se espera hasta que el recuento de unas células defensivas, llamadas CD4, baje de 350).
Se publicó otro artículo que también abogaba por iniciar antes el tratamiento, esta vez en el caso de los recién nacidos infectados con el VIH, y escoger específicamente para ellos los fármacos de la familia de los inhibidores de la proteasa (actualmente se usan más los inhibidores de la transcriptasa inversa). Según los datos, esto frenaría de forma importante el progreso del virus. El problema sigue siendo el de siempre: los que más necesitarán estos fármacos serán los que no se podrán permitir pagar por ellos.
Hasta que la accesibilidad y los precios de los antirretrovirales no bajen, todas estas estrategias tendrán poco impacto en zonas críticas como África. Estos posibles cambios en los protocolos de prevención podrían generar mucha más demanda de estos fármacos, y hay que esperar que esto permita que las farmacéuticas acaben bajando los precios.
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