* Un asistente de vuelo fue acusado de propagar el virus por EEUU
* Había que encontrar a un 'culpable' de la enfermedad y un libro le señaló a él
Rubio, de ojos claros, cuerpo atlético y personalidad arrolladora. Al canadiense Gaetan Dugas, homosexual, no se le resistía ningún hombre en la década de los 70 y principios de los 80. Era el inicio de la liberación sexual para los gais, la época del florecimiento de los cuartos oscuros en los bares de San Francisco (EEUU). Y allí estaba este auxiliar de vuelo de la compañía Air Canada para probarlos y disfrutarlos. Al principio, todos los homosexuales querían ser como él, sin complejos. Al final, todos le temían. Apareció el sida y él fue señalado como el 'paciente cero', como el culpable de la epidemia.
Da igual que teorías posteriores desmintieran este origen y que fuera imposible que un solo hombre diseminara el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) tan rápido por todo el mundo. El temor y el desconcierto inicial por un síndrome nuevo y mortal, que afectaba de forma desproporcionada a la comunidad gay y del que se desconocían sus causas crearon el clima necesario para que Gaetan Dugas se convirtiera en 'cabeza de turco'.
El dedo acusador se debe a varios factores. El auxiliar de vuelo era muy promiscuo (dicen los escritos sobre él que reconoció haber tenido sexo con más de 2.000 varones), viajaba mucho debido a su trabajo, por lo que tenía relaciones en distintos países y participó en un estudio epidemiológico en el que se le identificó con la letra 'o' -lo que derivaría en paciente '0'- y en el que se demostró que más de 40 de los primeros homosexuales infectados por el VIH habían tenido encuentros sexuales con él. El trabajo se publicó en la revista 'Journal of American Medicine' en 1984, el mismo año en el que Dugas murió. No hizo falta más. El canadiense fue señalado por todos, sin posibilidad de defenderse.
Poco después, el libro 'And the band played on' -que luego se convirtió en película- contribuyó a echar más leña al asunto. Escrito por el periodista Randy Shilts -activista homosexual y uno de los primeros reporteros en contar cosas sobre el sida-, narraba los inciertos comienzos de la epidemia, las luchas entre el gobierno y los médicos por investigar el nuevo virus y, entre muchas intrahistorias, también retrataba el comportamiento promiscuo y arriesgado de Dugas. Precisamente fue este último aspecto el que se utilizó para promocionar el libro y lograr la atención de la prensa. Objetivo que se cumplió con éxito.
Del rumor a la culpa
Del acusado como 'paciente cero', Shilts escribió que, a pesar de sufrir sarcoma de Kaposi -un tumor característico de la infección por VIH aunque por aquel entonces no se sabía- seguía acostándose con todos los chicos que podía sin usar protección. Y la leyenda siguió alimentándose. De boca en boca corrió el rumor de que había un hombre muy guapo que era muy activo en los cuartos oscuros de los bares y que, cuando acababa el acto sexual, enseñaba sus lesiones cancerosas a la pareja de turno y le decía: "Tengo cáncer, voy a morir y tú también". Verdad o mentira daba igual. La gente lo creyó.
'El hombre que nos dio el sida', llevó a su portada 'The New York Post'. 'El Colón del sida', tituló 'National Review'. Son sólo algunos ejemplos. Dugas fue demonizado por la prensa y por la sociedad.
Tras su muerte, miembros de los propios CDC (los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de EEUU) insistieron en que la idea de culpar a un solo hombre de la propagación del VIH era 'estúpida' y que si de algo sirvió el caso del mal llamado paciente 'cero' fue para demostrar que se trataba de un virus que se transmitía muy fácilmente a través de determinados comportamientos y, por tanto, también era prevenible si se evitaban esas actitudes de riesgo. Pero ya era tarde. Todavía hoy, tres décadas después, algunos siguen pensando en Gaetan como culpable.
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